miércoles, 5 de diciembre de 2012

Juan Francisco Ferré. "Karnaval"

"A partir de los años noventa, se instaló una guerra frontal entre neoliberalismo y socialdemocracia"
Vídeo en http://www.canal-l.com


 Entrevista y fotografía: Ernesto Escobar Ulloa  ©  2012

jueves, 29 de noviembre de 2012

jueves, 25 de octubre de 2012

Javier Cercas. "Las leyes de la frontera"

"El poder, por definición, simplifica el pasado"

Entrevista y fotografía: Ernesto Escobar Ulloa ©  2012

sábado, 20 de octubre de 2012

Carta de apoyo al Jurado del Premio FIL de Literatura 2012


100 ESCRITORES Y ACADÉMICOS DE TODO EL MUNDO RESPALDAN AL JURADO DEL PREMIO FIL 2012

Firman escritores como Almudena Grandes, Diamela Eltit, William Ospina, Santiago Gamboa, Alonso Cueto, Luis García Montero, Iván Thays, Guillermo Martínez, José Ovejero y Arturo Fontaine, y académicos de las Universidades de Yale, Cambridge, Oxford, Darmouth, UCLA, Fordham, Londres, Toronto, Ontario, Compultense y Autónoma de Madrid, Salamanca, Portland, Fordham, Turín, Múnich, Postdam, Pavía, Diego Portales de Chile, San Marcos y Católica de Lima, UNAM e ITAM entre otras.

Carta de apoyo al Jurado del Premio FIL de Literatura 2012

Los firmantes sienten la obligación de defender la decisión de los jurados del Premio de la Feria Internacional del Libro de Guadalajara 2012, México, concedido por unanimidad a Alfredo Bryce Echenique. 

El jurado del Premio FIL de Literatura 2012 ha reiterado que, de acuerdo con las bases del concurso, lo ha hecho en reconocimiento de la alta e indiscutible calidad literaria de su obra narrativa.

La campaña de prensa que algunos órganos de comunicación han emprendido en su contra nos resulta de una violencia inusitada, alarmante en una sociedad democrática, y como acto de fuerza introduciría una peligrosa persecución moral en decisiones de tipo artístico, algo sin duda ajeno a los ciudadanos de la cultura. 

16 de octubre de 2012

America latina hay dos: la sinvergüenza, que ustedes inventaron, y la auténtica, que vive de lo que ustedes ignoran

lunes, 15 de octubre de 2012

"El curioso sofá" de Edward Gorey


El curioso sofá
Obra pornográfica de Ogdred Weary
Libros del Zorro Rojo, Barcelona 2012

El curioso sofá se publicó por primera vez en 1961, el autor elaboró su pseudónimo del anagrama de su verdadero nombre, Edward Gorey, al estilo del célebre Avida Dolars de Salvador Dalí. Esta nueva edición, bella en su encuadernación, papel, tratamiento de las ilustraciones y los textos, no es la primera que hace de su obra esta editorial. El libro se lee en un momento, en una pausa del trabajo, en un trayecto de metro, o en un paseo, incluso, como me ocurrió a mí, por el Eixample. Pero su contenido, como todo buen libro, reverbera. Es sutil, ingenioso, provocador, una invitación a dar rienda suelta a la curiosidad; el autor pone al lector ante la oportunidad de poder asistir a algo que siempre se le muestra de manera incompleta. Si carecía de ellas el lector va desarrollando dotes de voyeur, aunque es desafortunado ya que siempre está mal situado o parece haber llegado a destiempo. Por otra parte el texto simplemente sugiere sin acabar de complementar lo que muestran las ilustraciones, en realidad la historia no ocurre ni en el texto ni en la imagen sino en la mente del que pasa las páginas, no es más que una manera de medir su grado de perversión. Si quieren saber cuánto mide la suya, léanlo, si son castos no verán absolutamente nada, y si no, puede que les anime a pasar a la acción. En ambos casos, se divertirán. 

jueves, 11 de octubre de 2012

Jordi Corominas. "José García"

"En estos tiempos, el literato no se moja para nada"
Entrevista a Jordi Corominas por su novela "José Garcia"

Vídeo y fotografía: Ernesto Escobar Ulloa © 2012

jueves, 27 de septiembre de 2012

viernes, 7 de septiembre de 2012

Txus García. "Poesía para niñas bien"

"Yo sé quién soy, no todo el mundo sabe lo que es"

Vídeo y fotografía:  Ernesto Escobar Ulloa © 2012

jueves, 28 de junio de 2012

"Entreguerras" de J.M. Caballero Bonald



Entreguerras
J.M Caballero Bonald
Barcelona, Seix Barral, 2012

Hay un aspecto ineludible ya no solo de este libro, sino del poeta, el de concebir la poesía como una forma de vida, de modo que al mismo tiempo que surge de esta, la nutre, la guía. Sinceramente siento que es una tarea ingrata reseñar este libro, porque justamente su propósito, el de escribir unas memorias en verso -prefiero este término al de autobiografía- en gran medida se consigue, y el libro se vuelve inaprensible, disperso, inconexo, raro, en ocasiones, cansino, y en estos momentos, principalmente, es cuando de pronto vuelve a sorprender con un gran verso. Los mejores suelen ser aquellos que desentrañan una verdad, que parecen literalmente desenterrarla, de manera que la poesía se presenta también como un método de conocimiento. Y sin duda que solo gracias al lenguaje poético se llega a estas revelaciones, valiéndose de una amplísima gama de recursos, de un rico vocabulario, y sobre todo de paciencia para forjar con palabras aquellas sensaciones a veces rudimentarias de la vida diaria y convertirlas en una reflexión inteligente; ejemplos sobran: "soy el que fui cuando empecé a no saber lo que estaba haciendo", "que aún es posible corregir desde el presente el curso del pretérito", "esa promiscuidad del tiempo donde finge el azar sus tercerías", "soy aquel que aceptó ser derrotado con tal de no pecar de victorioso", "maldita sea la historia/que no aminora nunca sus pertrechos de enconos/ embelecos falacias/ se turbio registro de dictámenes que no son más que formas vengativas." Y podría seguir extrayendo ejemplos como estos toda la noche. Aunque Entreguerras no sigue un hilo argumental, los quince capítulos se dedican cada uno a un tema y eso queda meridianamente claro. Siempre hay momentos en los que el lector no debe tratar de "entender", la poesía de Caballero Bonald es a veces críptica, y como la de su admirado Góngora, esconde varias lecturas, pero esas otras lecturas que podrían escapar a quienes podrían no ir dirigidas, no tienen un propósito sectario, gremial, de contraseña, todo lo contrario, la parte autobiográfica, más íntima y personal, logra llegar al lector de manera que este, con libertad, pueda sacar de ella su propia interpretación y hacer de la lectura, de cada una de ellas, una lectura única, individual, intransferible. Ya en "Anotaciones de un viajero de paso", el prólogo a Summa Vitae, antología poética de Caballero Bonald de Jenaro Talens, leemos: "en la propuesta de Caballero Bonald nos encontramos con un modus operandi en el que la anécdota de la que parte el escritor (vivida, imaginada, leída o escuchada a un tercero, tanto da) funciona como si fuese el andamio en el que aquel se apoya para levantar su edificio y, una vez este en pie, se procede a desmontar las piezas, barras y tablones por innecesarios, dejando al lector solo frente a la obra, sin un libro de instrucciones para adentarse en su interior Y de hecho es ese desconcierto del visitante que no sabe qué territorio se va a recorrer, ni en qué orden, ni para llegar adónde, lo que constituye, a mi modo de ver, el mayor atractivo de la poesía del autor". Esta misma sentencia vale para Entreguerras, que goza de la fuerza de de una obra completa que a su vez nos invita a releer, yo lo he hecho estos días con Descrédito del héroe y Laberinto de Fortuna (Visor) o Manual de infractores (Seix Barral) y la Summa Vitae (Circulo de lectores) No veo por qué añadir lo que ya está en la nota del autor o resumir el argumento de cada parte o del conjunto, lo mejor es que lo hagan por ustedes mismos. Léanlo, imítenlo, aprendan, disfruten. EEU
https://twitter.com/escobarulloa
http://www.canal-l.com 

jueves, 14 de junio de 2012

Juan Vico. "Hobo"

"Esta novela tiene cuatro pilares: la música, el alcohol, el sexo y la culpa"
Entrevista en http://www.canal-l.com y Primer capítulo de la novela abajo:

Vídeo y fotografía: Ernesto Escobar Ulloa

miércoles, 13 de junio de 2012

Primer capítulo de la novela "Hobo", de Juan Vico



1

Alza la vista al cielo, hacia la bandada de cuervos que vuela en círculos sobre el algodonal, los observa, los vigila, los cuenta y los recuenta. Aunque las creencias de James Lunceford le impiden dar crédito a ese tipo de señales, comprende que el momento ha llegado. En efecto: apenas el sol comienza a rozar la línea del horizonte, un sombrero agitado en el aire reclama su atención mientras la noticia, saltando de boca en boca, salva con rapidez la distancia que le separa del mensajero. Sonríe y echa a correr.

La historia de la plantación Tackery se remonta a 1885, cuando el hijo de un general muerto durante la Guerra Civil decidió invertir todo su capital en la compra de unos vastos terrenos salpicados de bosques y pantanos, un escasamente atractivo pedazo de tierra virgen que se extendía treinta millas cuadradas a lo largo del río Sunflower, en pleno corazón del estado de Mississipi, en una zona conocida como la región del Delta. Con la obstinación del prototípico self-made man sureño, William Tackery taló robles, fresnos y cipreses, arrancó cañas y matorrales con sus propias manos, drenó centenares de acres hasta acondicionar su nueva propiedad y convertirla en un fértil terreno apto para el cultivo de algodón a gran escala.

La esclavitud había sido formalmente abolida con el fin de la guerra, pero los Códigos Negros promulgados por los legisladores del estado entre 1865 y 1867 dejaron sin efecto la mayoría de medidas destinadas a proporcionar los cambios necesarios para garantizar la libertad práctica de la población afroamericana. El sistema de las viejas plantaciones dio paso en poco tiempo a otro tipo de esclavitud, basada en la dependencia económica de los trabajadores respecto al propietario de los campos, quien cedía porciones de terreno, semillas y herramientas a cambio de un porcentaje abusivo de la producción obtenida de su cultivo. Con frecuencia el trabajador acababa el año debiendo dinero al terrateniente, lo que provocaba que su subordinación se perpetuase. La diferencia primordial entre la época de la esclavitud y el posterior régimen de trabajo consistía en la relativa autonomía de movimiento del arrendatario, ya que ahora podía mudarse de una a otra plantación sin excesivos problemas, siempre que las deudas no se lo impidiesen.

            La búsqueda de unas supuestas mejores condiciones laborales, de unas tierras más productivas o de un patrón menos inflexible, había llevado a James y a Anne Lunceford a trasladarse junto a sus cuatro hijos a la plantación Tackery allá por 1903. Los dos primeros años en su nuevo hogar transcurrieron sin demasiados sobresaltos, sin progresos significativos, sin penalidades que no fuesen ya conocidas: habían trabajado día a día, de sol a sol, habían engendrado a otros dos  niños, y cada domingo por la mañana se habían postrado para rogar una vida más justa.

A mediados de 1906, sin embargo, James Lunceford se vio envuelto en un turbio asunto, una disputa con unos vecinos de la plantación, los hermanos Dodds, que desembocó en una pelea de navajas a altas horas de la noche. No hubo ninguna víctima mortal, pero James creyó oportuno marcharse durante una temporada para evitar represalias por parte de la imprevisible justicia de los blancos. Durante tres o cuatro meses permaneció en una pequeña localidad próxima a Memphis, esperando a que las cosas se calmaran en Tackery, trabajando en lo que salía y enviando cuando era posible algo de dinero a casa.

Sábado por la noche, principios de julio, un calor pegajoso cubre las tierras del honorable William. Gran parte de los hombres y mujeres jóvenes de la plantación beben, ríen y bailan, bromean y se provocan, se seducen o se pelean en alguna de las numerosas fiestas improvisadas en sus alrededores. En la cabaña de la familia Lunceford, en cambio, se congrega un reducido número de personas expectantes ante un acontecimiento bien distinto al de los juke joints semanales. La partera llega al fin, el nuevo hijo de la familia va a nacer de un momento a otro. No se trata, por demás, de un parto cualquiera, sino del alumbramiento del séptimo hijo de un séptimo hijo, circunstancia que, según la tradición, augura una vida excepcional al ser que está a punto de llegar al mundo. Siete minutos después de la medianoche, recién inaugurado el 7 de julio de 1907, un bebé pequeño y de piel algo clara irrumpe en la vida de los Lunceford con un grito desgarrador que enseguida da paso a un llanto más pausado, pero igualmente penetrante, prolongado con intermitencias a lo largo de toda la madrugada.

Apretones de manos y abrazos, risas, frases hechas y gracias al cielo. Luego los vecinos van volviendo a sus casas poco a poco. Anne hace rato que duerme exhausta por el esfuerzo, los niños se resisten a acostarse, aunque al final ceden. El padre sigue despierto, fumando junto a la puerta de la cabaña, desviando la vista a menudo hacia su mujer y hacia el pequeño, que ahora mismo también está dormido. Por muchos hijos que se tengan, piensa el bueno de James, uno sigue emocionándose como la primera vez.

En esta ocasión, no obstante, a la ternura y al orgullo se le ha sumado un compañero indeseable, un fantasma alimentado por ciertas habladurías que ha venido acechándole durante los últimos meses para darle alcance justo ahora. Chismes que conciernen  a su temporada en Memphis o, más bien, a lo que pudo haber ocurrido en el hogar durante su ausencia, cuando Anne y sus dos hijos mayores, absolutamente desbordados por el trabajo, procuraban recibir toda la ayuda posible en las tareas de recolección, en algunas ocasiones por parte de jornaleros de paso, en otras por parte de algún vecino compasivo. Según esos rumores, Nathan Henderson, patriarca de una conocida familia de músicos locales, y cuyos hijos ilegítimos, según se dice, se cuentan por docenas, no habría tardado en aparecer por allá para ofrecer, en sus propias palabras, la ayuda de una espalda fuerte a tan bella dama. Ayuda desinteresada, por supuesto, la de un buen vecino y mejor cristiano.

James ha buscado y rebuscado en el rostro del recién nacido cualquier rasgo que le recordara a sí mismo. Por desgracia, no sabe con seguridad si su mujer estaba ya embarazada cuando él regresó a Tackery, nueve meses atrás. Con ese pensamiento atormentando su mente, alza la vista para descubrir una enorme luna llena apareciendo tras una nube y, tras velarla de nuevo con el humo de una última bocanada, quedarse mirándola fijamente, como si sólo ella pudiera ofrecerle una respuesta.

 Juan Vico © 2012 Queda prohibida su reproduccióny distribución sin el consetimiento del autor

Juan Vico (Badalona, 1975) es licenciado en Comunicación Audiovisual y máster en Teoría de la Literatura y Literatura Comparada. Ha publicado los libros de poemas Víspera de ayer (Pre-Textos, 2005) y Still Life (UAB, 2011), así como los cuadernos Gozne (2009) y Densidad de abandono (2011). Colabora con artículos sobre literatura y cine en diversas revistas culturales. Hobo es su primera novela.

lunes, 11 de junio de 2012

"La civilización del espectáculo" de Mario Vargas Llosa


La civilización del espectáculo
Mario Vargas Llosa
Alfaguara, Madrid 2012

Antes de nada convendría señalar la admiración que siempre me ha merecido Mario Vargas Llosa, tanto como novelista, ensayista, y como intelectual. Es en la tercera de estas facetas donde recaería mi admiración más por la persona que por el escritor profesional. Esto se basa en la autenticidad de sus opiniones, dictadas por la independencia, a diferencia de la marea de pseudointelectuales que prefieren alquilarla al servicio de las causas justas, aquellas sobre las que no hay voces discordantes, con el fin de crearse una imagen invulnerable, siempre a salvo de las consabidas etiquetas a las que se arriesgan los que dicen lo que realmente piensan en circunstancias donde hay que jugársela. Es alto el precio que se paga. Un buen ejemplo es Albert Camus, cuyos artículos y ensayos, pese al paso del tiempo, mantienen hoy una vigencia asombrosa.

            Quería hacer esta introducción porque con La civilización del espectáculo, en general, son más las discrepancias que las avenencias. Solo mi admiración por el personaje me lleva a tratar de comprender su punto de vista, respetarlo y publicar mis propias ideas al respecto.

            En mi opinión, los mayores defectos que encuentro en el libro son su dispersión, su falta de coherencia interna y una tendencia a generalizar, lo que evidencia una especie de temor atávico por un enemigo ilocalizable, por un fantasma. Vargas Llosa es implacable y riguroso cuando identifica claramente al enemigo y sus dogmas, léanse, por ejemplo, sus memorias El pez en el agua. O cuando celebra sus amores literarios, La orgía perpetua o La verdad de las mentiras. Pero es errático, disperso y generalizador cuando lo que pretende denunciar se sitúa en la parcela de sus aversiones, y ahí tenemos La utopía arcaica o el libro que hoy nos toca.

            Para empezar, parte importante de la bibliografía debió servir para sustentar ideas de fondo a lo largo del libro, y no para servir de base sobre la que se asiente gran parte de la argumentación. Al tratarse de un ensayo debería más bien dialogar con otros ensayos contemporáneos sobre el tema. Pero el libro se inicia pasando revista a "algunos de los ensayos que en las últimas décadas abordaron este asunto". ¡Las últimas décadas!: Notes Towards the Definition of Culture de T.S. Eliot ¡es de 1948! A continuación se ocupa de la respuesta a dicho ensayo: In Bluebeard's Castle. Some Notes Towards the Definition of Culture de George Steiner, publicado hace más de 40 años, en 1971. Con el primero, defiende el concepto de "jerarquías culturales" como única manera de garantizar la calidad de la alta cultura. Y se sirve del segundo para denunciar el peligro que corre la cultura al replegarse al ámbito académico y retirarle así poder a la palabra, cediéndoselo a la imagen o la música. Seguidamente se ocupa de La societé du Spectacle de Guy Debord ¡de 1967! para imputar al capitalismo la conversión de la producción cultural en una mera mercancía, proceso que hace de la vida una pura representación.  El siguiente ensayo que aborda es por fin contemporáneo, La cultura-mundo. Respuesta a una sociedad desorientada de Gilles Lipovetsky y Jean Serroy (2010),  del que destaca ideas como el surgimiento de una cultura de masas global, la entronización de la pantalla como su canal principal y la capacidad de esta para promover un individualismo salvaje. Finalmente, con Cultura Mainstream de Fréderic Martel (2010), esboza prácticamente la idea central del ensayo: "La inmensa mayoría del género humano no practica, consume ni produce hoy otra forma de cultura que aquella, que antes, era considerada por los sectores culturales, de manera despectiva, mero pasatiempo popular, sin parentesco alguno con las actividades intelectuales, artísticas y literarias que constituían la cultura. Ésta ya murió, aunque sobreviva en pequeños nichos sociales, sin influencia alguna sobre el mainstream." ( ) "La cultura es divertida y lo que no es divertido no es cultura."

            No comparto el concepto de "jerarquías culturales" que sí comparten muchos autores jóvenes, como Volpi, Gamboa o Carrión, que abogan, por ejemplo, por una crítica literaria que "jerarquice", "cribe" y finalmente "guíe" al lector hacia la buena literatura dentro de la vorágine del mercado. Primero, no veo por qué la crítica dejaría de hacer algo que siempre ha hecho (según Vargas Llosa esa era la crítica de "nuestros abuelos y bisabuelos") y segundo, creo que deberían ser los propios lectores (y en gran medida lo son) los que, gracias a su educación básica, sepan distinguir ellos mismos la literatura con mayúsculas de la comercial. Respecto a que la palabra haya cedido lugar a la imagen, esto depende mucho de los soportes de los que estemos hablando, si se trata de los libros o el libro electrónico, estamos muy lejos de que esto suceda o haya sucedido de un modo preocupante. La prueba es que críticos como Vicente Luis Mora no se lamentarían del rechazo que suscita aún hoy compaginar imagen y palabra.

            Probablemente haya un repliegue de la cultura al ámbito académico, pero resulta espinoso demostrarlo, sobre todo cuando uno vive en la turbulenta actualidad, "selva promiscua" en palabras del autor. Según Vargas Llosa, el vacío dejado por la desaparición de la crítica ha permitido que, insensiblemente, lo haya llenado la publicidad. Tampoco me parece que esto sea del todo cierto. Si hablamos de España, existen muchos medios serios, y algunos de masas, en donde se hace crítica con seriedad, pero además, los hay en Internet. Como recalca Jordi Gracia, en su excelente ensayo El intelectual melancólico, nunca la alta cultura ha gozado de tanta atención de parte de los medios, medianos y pequeños, incluso minúsculos, como podrían ser los blogs. Por otra parte, el asunto de haberse vendido la cultura a los "vaivenes del mercado", si tiene algún culpable, ¿no es acaso el liberalismo económico que con tanta convicción ha defendido el autor? Que conste que sigo compartiendo gran parte de la ideología, pero no cabe duda de que aquí deberíamos empezar por la autocrítica. La crisis de valores que afectaría a la cultura y que sin duda es culpable de la actual crisis financiera, ha sido en gran medida gestada por ese entusiasmo y confianza ciega en el mercado del que hemos pecado los liberales. Sin embargo, ni una línea al respecto en todo el libro.

            Otra de las críticas se dirige hacia el olvido que incentivan la música, los conciertos multitudinarios y los deportes de masas. Totalmente en desacuerdo. Qué duda cabe de que el fútbol y los conciertos (de cada vez menos intérpretes) llegan a ser multitudinarios, pero si fomentan el olvido este no traspasa las barreras temporales en los que estos espectáculos tienen lugar. No diría que Javier Marías, que es madridista, ni Juan Villoro, culé, conforman el grupo de los desmemoriados por su afición al fútbol. Ni que al escritor chileno Roberto Bolaño, que escuchando heavy metal a todo volumen creó una obra que el propio Vargas Llosa ha elogiado, se le pueda acusar de amnésico.

            Ahora, parcialmente de acuerdo con estas líneas: "el intelectual se ha esfumado de los debates públicos, por lo menos de los que importan. Es verdad que todavía algunos firman manifiestos, envían cartas a los diarios y se enzarzan en polémicas, pero nada de ello tiene repercusión seria en la marcha de la sociedad, cuyos asuntos económicos, institucionales e incluso culturales se deciden por el poder político y administrativo y los llamados poderes fácticos, entre los cuales los intelectuales brillan por su ausencia." No dudo de que esto sea en parte cierto, sobre todo si viene de alguien que ha llegado a ser candidato a la presidencia del Perú, "el oficio más peligroso del mundo" (El pez en el agua, 1993)  Es verdad que lo que antes denominábamos "intelectual comprometido" es hoy una figura que escasea en la comunidad literaria, que si aboga por un compromiso este se ha de practicar con la obra y no fuera de ella, y menos a manera de participación pública en la arena política. Tal vez esto se deba a que la juventud asocia la imagen de intelectual con la caspa y la polilla, lo cual a mí también me parece un error. Muchos de los escritores jóvenes, si participan, rara vez lo hacen en terrenos polémicos. Como he dicho antes, se manifiestan cuando poco está en juego, por ejemplo, denuncian la violencia, los recortes, los toros y cosas sobre las que hay un acuerdo al menos en la comunidad intelectual. Y eso que Vargas Llosa no está en las redes sociales, donde muchas de dichas manifestaciones suelen practicarse a través del cinismo, la broma y la frivolidad. El resto es echarse caspa a los hombros. Pero de ello son culpables algunos intelectuales también, por ejemplo Gunter Grass, cuyos desaciertos y extravíos los lleva a veces a defender y decir barbaridades. El mismo Vargas Llosa defendía la lucha armada en sus años revolucionarios. Lo cual demuestra que tampoco en esa época se les hacía mucho caso a los intelectuales.

            El mejor capítulo es el titulado "Prohibido prohibir", que localiza de manera más acertada un enemigo: los intelectuales surgidos tras el mayo del 68, como Derrida, Foucault, Barthes, Lacan, Kristeva: "No es de extrañar que, luego de la influencia que ha ejercido la deconstrucción en tantas universidades occidentales (y, de manera especial, en los Estados Unidos) los departamentos de literatura se vayan quedando vacíos de alumnos, se filtren en ellos tantos embaucadores, y que haya cada vez menos lectores no especializados para los libros de crítica literaria". Es en estas páginas donde Vargas Llosa desarrolla y contagia mejor sus convicciones. Si el ensayo se hubiera centrado y ordenado en torno a ampliar las zonas de las que habla este capítulo sin duda hubiera sido más acertado. Y brillante. "Responsabilidad e inteligibilidad van parejas con una cierta concepción de la crítica literaria, con el convencimiento de que el ámbito de la literatura abarca toda la experiencia humana." Y continúa: "si se piensa que la función de la literatura es solo contribuir a la inflación retórica de un dominio especializado de conocimiento, y que los poemas, las novelas, los dramas proliferan con el único objeto de producir ciertos desordenamientos formales en el cuerpo lingüístico, el crítico puede, a la manera de tantos postmodernos, entregarse impunemente a los placeres del desatino conceptual y la tiniebla expresiva." Sin duda, el alejamiento de la alta cultura del gran público se debe en grandes dosis al uso del lenguaje de la contraseña, de la erudición aislada, de la especialización como camino a lo ininteligible. En un mundo donde la imagen es crucial, correr a buscarse una con glamour puede explicar esta actitud.

            De todos modos, no veo que conexión pueda tener esto con el fenómeno del espectáculo. También encuentro forzado hablar de religión, prensa rosa y erotismo, estas páginas sobran, son redundantes y a veces machaconas. El lector se acaba preguntando quiénes son los culpables del desbarajuste, si la televisión, la prensa, los intelectuales, todos. No queda nada claro.

            En el capítulo "Cultura, política y poder" a las opiniones solo las sustenta el fraseo y no unas pruebas, unas estadísticas, una bibliografía, unos ejemplos sólidos. ¿Es cierto que hay un desgaste de la honestidad política? ¿No será que hoy están más expuestos al ojo público de unos ciudadanos más exigentes y mejor informados?  Sobre el periodismo escandaloso, Vargas Llosa afirma: "No hemos llegado a esta situación por las maquinaciones tenebrosas de unos propietarios de periódicos o canales de televisión ávidos de ganar dinero, que explotan las bajas pasiones de la gente con total irresponsabilidad. Esta es la consecuencia, no la causa. ( ) La raíz del fenómeno está en la cultura. Mejor dicho, en la banalización de la cultura imperante, en la que el valor supremo es ahora divertirse y divertir, por encima de toda otra forma de conocimiento o ideal. La gente abre un periódico, va al cine, enciende la televisión o compra un libro para pasarla bien, en el sentido más ligero de la palabra, no para martirizarse el cerebro con preocupaciones, problemas, dudas. ( ) ¿Y hay algo más divertido que espiar la intimidad del prójimo, sorprender a un ministro o un parlamentario en calzoncillos, averiguar escándalos sexuales de un juez. ( ) La prensa sensacionalista no corrompe a nadie, nace corrompida por una cultura que, en vez de rechazar las groseras intromisiones en la vida privada de las gentes, las reclama." Todas estas opiniones, como digo, sería bueno que fueran sustentadas por unos datos, puede que sean verdaderas pero da la impresión de que se mezclan papas con camotes. Recuerdo que sobre el escándalo Levintsky, Vargas Llosa explicó que los medios estadounidenses hacían bien en sacar los trapos sucios del presidente Clinton. Que los políticos estén bajo el ojo público es sano y lo es más que puedan ser atacados, incluso por las maneras menos serias, las que apelan al humor y a veces a la vulgaridad, porque estas ponen a prueba mejor que las otras el genuino derecho ciudadano de ejercer la libertad de expresión, la sátira de la Roma imperial es esencialmente hija de esta actitud.

            El espectáculo parece no ser realmente el fantasma, sino la sábana que lo cubre. El fantasma que asusta a Vargas Llosa no es otro que este nuevo mundo en el que la democratización de la cultura no es lo que los hombres y mujeres de su generación soñaron, sino algo más burdo y vulgar, exento de refinamiento, irrespetuoso con la autoridad, penosamente frívolo, sumamente vertiginoso y acumulador, lleno de deficiencias y vacíos, y cuyos productos más que nacer se abortan en la vorágine del mercado y el ritmo frenético del capitalismo salvaje, un objeto, un artefacto, que en lugar de convicciones solo trasmite incertidumbres, poses y embustes con una grosería que no tiene límites. Pero solo ver ese lado es volverse presa de la ceguera, el pesimismo y la nostalgia. El problema sí tiene solución, y consiste en mirar también al otro lado, aquel en donde mucha cultura se hace con rigor, y sus hacedores ejercen su derecho a elegir por ellos mismos, a discernir y consumir lo que sí vale la pena, que no es tan poco como algunos piensan, y a fomentar un pensamiento crítico y autocrítico, y seguir dando batalla anteponiendo un compromiso ético y una opinión propia, cueste lo que cueste. Entiendo que este es el propósito del libro, lo leo entre líneas pero no de manera clara y desembozada, y lo lamento, porque la pluma de Vargas Llosa habría sido muy útil para hacer frente al problema. Y aún no estoy tan seguro de que, al menos por los comentarios que ha suscitado, no lo haya sido. Ernesto Escobar Ulloa https://twitter.com/#!/escobarulloa

jueves, 31 de mayo de 2012

Andrés Barba. "Ha dejado de llover"

"Me resulta más difícil hablar del mundo
sentimental masculino que del femenino"

Vídeo y fotográfía de Ernesto Escobar Ulloa

miércoles, 23 de mayo de 2012

Santiago Gamboa. "Plegarias nocturnas"

"Hoy los países no solo ocurren dentro de sus fronteras"

Vídeo, fotografía y entrevista: Ernesto Escobar Ulloa

viernes, 18 de mayo de 2012

Juan Villoro. "Arrecife"

"Hoy en día estamos en un estado de dopaje tecnológico clarísimo"

Vídeo de Ernesto Escobar Ulloa
Imagen: Detalle de la foto de portada: Red Circle Images RM

martes, 8 de mayo de 2012

Amélie Nothomb. "Una forma de vida"

"La guerra moderna engorda" 
La autora belga nacida en Kobe presentó su última novela ante 
la prensa en el Instituto Francés de Barcelona. Vídeo en http://www.canal-l.com

Foto: Amélie Nothomb y Jorge Herralde

Foto y vídeo de Ernesto Escobar Ulloa

martes, 1 de mayo de 2012

La librería Pequod y Canal-L en Piñata Punyeta

Participamos en la charla que el laboratorio creativo Piñata Punyeta organizó en honor a la librería Pequod, que tanto ha animado el ambientillo literario de Gràcia.

En la imagen de derecha a izquierda: Consuelo Gallego de Pequod, Ernesto Escobar Ulloa de Canal-L y Cris de Piñata Punyeta

http://www.canal-l.com

jueves, 26 de abril de 2012

XL Premio Anagrama de Ensayo

"Atacar a aquellos que son como tú, esa es la auténtica literatura actual" 

Hoy se entregó el XL Premio Anagrama de Ensayo a José Ovejero por La ética de la crueldad, que saldrá a la venta a mediados del mes próximo. En la nota de prensa distribuida por la editorial, entre otras cosas, se recalca: "hay una crueldad que no satisface el morbo del espectador ni corteja sus valores, sino que los confronta con sus hipocresías, sus miserias, sus mezquindades. Es ética en el sentido de que pretende una transformación del lector, aunque a veces tenga que agredirle para ello: no le ofrece certidumbres sino lo contrario. El ensayo finalista fue Atlas portátil de América Latina de Graciela Esperanza.

Foto y video-entrevista: Ernesto Escobar Ulloa


miércoles, 25 de abril de 2012

XL PREMIO ANAGRAMA DE ENSAYO (2012)


El Premio Anagrama de Ensayo, en su cuadragésima convocatoria, se fallará el jueves 26 de abril. El jurado está compuesto por Salvador Clotas, Román Gubern, Xavier Rubert de Ventós, Fernando Savater, Vicente Verdú y el editor Jorge Herralde, y la dotación es de 8.000 euros.
Se han recibido 131 originales, de los que se ha efectuado una selección de 8:
 Museo O, Luis Bagué Quílez, España.
Desgraciados demócratas, Selina Bustamante Porras Ysla Fernández, España.
La ética de la crueldad, Lord Edmund (pseudónimo), España.
Atlas portátil de América Latina, Agnes S. (pseudónimo), Argentina.
La Revolución Asexual, Mateo Sancho Cardiel, España
Alta cultura descafeinada, Alberto Santamaría, España.
La Bolsa y la Vida, María Socorro Suárez Lafuente, España.
Pasajes de Proteo, Nova Tarko (pseudónimo), Colombia.


Premio Anagrama 2011

martes, 24 de abril de 2012

15ª Aniversario de The Barcelona Review

Acaba de salir el último número de The Barcelona Review
que este Sant Jordi ha cumplido su 15º Aniversario en la red. 

Ilustración: Kasinee Nilpakyac

lunes, 23 de abril de 2012

Enrique Vila-Matas. "Aire de Dylan"

"Una de las ideas iniciales del libro es criticar todo lo que he hecho"
 Entrevista en http://www.canal-l.com 

Video y entrevista: Ernesto Escobar Ulloa
Fotografia: Elena Blanco Benito

viernes, 20 de abril de 2012

"Nietzsche" Maximilien Le Roy y Michel Onfray




Nietzsche
Maximilien Le Roy y Michel Onfray
Sexto Piso, Madrid 2011

Estaba leyendo Así habló Zarathustra, que encontré a un precio irresistible, cuando me topé con la promoción de este ejemplar; inmediatamente solicité a la editorial reseñarlo, entusiasmado con la vigencia de la filosofía nietzscheana y en especial con su lado poético, del cual parece emanar gran parte de su rotundidad y alcance. Las alegóricas parábolas de ese errante profeta incomprendido, que afronta con entereza su incapacidad de salvar a todos para concentrarse en solo unos pocos, nos hace preguntarnos si acaso en lugar de los elegidos, no seremos más bien el rebaño.
Una obra maestra de una vigencia tal que uno siente como vergüenza de que no hayamos superado para nada los males que Nietszche vio venir, y que por el contrario, estemos tan inmersos en todo aquello que nos distancia de la felicidad.
Esta novela ilustrada se basa en la biografía del filósofo alemán escrita por Michel Onfray. La adaptación de ese material  por medio de ilustraciones, caracterizaciones, color, es ingeniosa y sútil. La estructura es lineal aunque si bien la biografía comienza con Nietzsche ya enfermo, ignorante del éxito de sus libros, de tal modo que la narración se presenta como la mirada del propio Nietzsche hacia su pasado, pese a la enfermedad y la locura no hay rastros de alucinación. Sin embargo el libro está contado con acierto, por ejemplo el padecimiento en silencio de la sifilis, algo que no está demostrado pero que si ocurrió, dado su estigma social -Vargas Llosa la llama "la enfermedad impronunciable" en El paraíso en la otra esquina- debió ocurrir efectivamente a puerta cerrada. Otro aspecto interesante es mostrar sus hallazgos filosóficos, que devendrán en libros, a través de diálogos, de modo que ellos resumen las ideas centrales y cómo debido a la experiencia vital anterior ha llegado a ellas; vida y obra, pues, inseparables. Por ejemplo, el momento de la explicación a Lou Andreas-Salomé del argumento de Así habló Zarathustra en la Basílica de San Pedro, bajo La piedad o el monumento al papa Pío VIII. Curiosamente el de Roma es el único cielo azul en toda la obra. Lo único que, personalmente, no me acaba de encajar es la representación del personaje de Zarathustra, que recuerda más a un Peter Tosh postmoderno que a un profeta. Como decía, se narran los momentos clave de su vida, la muerte de su padre, cuando él era un niño, su llegada a la enseñanza universitaria con tan solo 24 años, el descubrimiento de Schopenhauer, su distanciamiento de Wagner, las estrecheces económicas, los problemas con su hermana, la marginación de la élite cultural, el amor por Lou Andreas-Salomé, el fracaso y la superación amorosos, la enfermedad, y en medio de todo, sus libros.

Una novela que propone unos colores, unos decorados, unas imágenes, que bien podrían adornar algunas tapas de sus libros, porque lo que parece darles vida es la propia filosofía niestezcheana, colores tenues, pero fuertes, colores orgánicos, de ocasos, de atardeceres, de grandes paisajes, de ciudades poco iluminadas, el aire de la época respira en los dibujos, y ¿por qué no?, el pesar de nuestra decadencia, aquella que uno de los grandes precursores del siglo XX llegó a vislumbrar, advertir, denunciar; a esa obra llena de verdad, a nivel personal, íntimo, doméstico, más allá de lo académico, no le hemos prestado la debida atención. https://twitter.com/#!/escobarulloa



jueves, 19 de abril de 2012

Santiago Roncagliolo. "El amante uruguayo"


"A veces descuidamos la parte emocional cuando 
hablamos de los grandes temas"


Vídeo-entrevista y fotografía de Ernesto Escobar Ulloa 

martes, 17 de abril de 2012

Jaime Rodríguez Z. "Canción de Vic Morrow"

"Convertir la historia en un escenario de guerra

Video y entrevista por Ernesto Escobar Ulloa
Fotografia de la presentación en Barcelona, con Jordi Carrión, por Enrique del Olmo

sábado, 14 de abril de 2012

Reseña de "Spanish fiction in the digital age" de Christine Henseler

Spanish fiction in the digital age
Generation X remixed
Christine Henseler
Palgrave Macmillan, NY 2011

Se trata de un ensayo académico exhaustivo de la literatura española de los últimos 20 años. Quizá lo más interesante para un lector español es que la autora es una profesora universitaria estadounidense. Su mirada, desprovista de prejuicios y estigmas locales, ajena al ambiente académico español, ajena quizá también a sus defectos y virtudes, o al día a día de la crítica literaria de los suplementos, revistas y periódicos impresos, y tal vez al ambiente que crea Internet (redes sociales incluidas) y sobre todo, interesada por lo que sería una literatura extranjera contemporánea, leída en su lengua original, crea una expectativa mayor, por responder a la pregunta: “¿cómo se verá la literatura española actual desde la universidad estadounidense?”

            Seguidamente nos preguntamos: ¿pero de quién es esa mirada? ¿Qué le interesa? Lo que nos puede dar una idea fidedigna de esto son los títulos de sus publicaciones, todas en su página web, destacan los artículos: “Oda a la basura: La poética de Agustín Fernández Mallo” (2011), o “Rocking around Ray Loriga’s Heroes: Video Clip literature and the Televisual Subject” (2007), o “Unframing female authorship/Uncovering Lucía Etxebarría” (2006). Entre sus proyectos figura uno titulado “Virtual Interview with Jorge Carrión regarding his book Teleshakespeare” y entre sus libros, el próximo en salir es Generation X Goes Global: Mapping a Youth Culture in Motion y el anterior al que nos ocupa es Contemporary Spanish Women’s Narrative and the Publishing Industry (2003). Los títulos pues revelan un interés en la relación que establece la literatura con los medios. De hecho lo primero que se destaca en el curriculum de Henseler es “a BSJ in Advertising” y luego “a B.A and a M.A. in Spanish” y un “PhD. in Hispanic Literature” en la prestigiosa Universidad de Cornell. Así pues los medios, Internet, la tecnología y su influencia en la mentalidad y creación de los escritores, marca una diferencia sustancial con buena parte de la crítica española, reticente desde los inicios del fenómeno en los años 90 a ocuparse del tema y en contables casos recientes muy amiga de menospreciarlo. Al inicio del libro Henseler dice: “The goal of this book is to unravel some of the theoretical abstractions that have driven scholarship on Spanish Generation X narrative.” Uno, para no ver “la generación X” como una categoría estática o social, dos, para verla como un fenómeno que evoluciona y donde la “X” sirve de blanco para innovar y expandir paradigmas estéticos, y para hacer una investigación sobre “media and digital studies”. Por ejemplo: “How do media inform GenX narrative structures and styles?”  El analisis pormenorizado de los cambios producidos en España a nivel económico y lo que ello significó en la vida doméstica durante los años ochenta es muy interesante, más que nada por la brecha que abre entre una generación y la precedente.  Un dato: “Altough not broadcasting until 1959, and despite tight political control, the television found its way into 70 percent of homes by 1974. By 1986, Spain’s audience was the highest in Europe after Great Britain.”

            Lo que Henseler denomina Generación X –término que otros teóricos utilizaron exclusivamente para los años 90- es algo que ha ido evolucionando y que abarca los años 1990-2010. Una primera avanzadilla la personificarían José Ángel Mañas, Ray Loriga y Gabriela Bustelo, una figura intermedia sería Gabi Martinez y un paradigma de esa segunda generación sería Agustín Fernández Mallo. Cabe destacar que en el análisis Henseler subraya constantemente la importancia del ambiente cultural y de la relación de la literatura con otras artes. Por ejemplo, ve que el incremento del tema de la violencia en la literatura se da tanto en Mañas como en el cine de Aménabar o Álex de la Iglesia. Lo extremo también sería un modo de acercar lo literario a las artes marginales, como en el caso de Golpes: ficciones de la crueldad social, antología de Eloy Fernandez Porta y Vicente Muñoz Álvarez.  La importancia de fenómenos culturales como la movida, el punk, el grunge, MTV y los videoclips, ocupan muchas páginas, de hecho hay un destacado en el que Fernández Porta ejemplifica lo “poppy” literariamente en la era AfterPop. Dicho artículo se publicó en esta revista en el número 26: “Retórica y punk en el relato contemporáneo” (http://www.barcelonareview.com/26/s_efp.htm). Me pareció anecdótico el párrafo que Henseler transcribe de la reseña de Ignacio Echevarría sobre Heroes de Ray Loriga: “en el campo de la joven narrativa española, Ray Loriga es, hoy por hoy, una estrella de roncanrol” ( ) “De tanto pretenderlo este libro parece casi un disco”.  Qué lástima que no conozca la reseña completa, de todos modos estoy de acuerdo con ella, pero para bien, supongo que se trata de una ironía. Me encantó ese libro de Loriga cuando salió; no obstante recuerdo haberlo leído más como un poemario que como si fuera un disco, eso sí, escuchando el álbum homónimo de Bowie.

            Volviendo al ensayo de Henseler, he encontrado a lo largo del libro un cariño especial por un idioma, una literatura, un país y una juventud en su ánimo de buscar su propia expresión literaria, un deseo de conocer, investigar, buscar fuentes nacionales y externas atendiendo a la capacidad de penetración que desde hace ya tanto tiempo las culturas nacionales experiementan por parte de las del capitalismo dominante. Quizá en algunos pasajes el libro peca de esquemático pero esto siempre aporta datos de interés. Con algunos puntos se puede estar de acuerdo o no pero todo está debidamente argumentado. Lo que más me ha llamado la atención es el hecho de haberme convencio de que no ha habido una ruptura de la literatura de la última década respecto a la de la década precedente, y que en gran medida la literatura de los 90, tan vapuleada y menospreciada (especialmente en ese momento) fue la que tuvo que romper de manera más dástrica y de ese modo arriesgar más que la de hoy en día. Eso no significa que sea mejor, pero el tema del riesgo es algo que el tiempo revalorizará. Los mecanismos de apoyo, de encuentro, de diálogo, de camaradería incluso, que aporta Internet, no existían entonces, salvo la crítica pura y dura de los suplementos culturales, donde la brecha generacional anulaba hasta la posibilidad de defenderse en una minúscula tribuna. Un libro de lectura discontinua pero interesante, que revela un contacto dinámico y despierto de la universidad con el mundo actual, un libro al que la crítica nacional debería echar un vistazo para comprender la literatura como una expresión cultural y no como un campo de batalla donde unos tienen la razón y otros están equivocados.

martes, 3 de abril de 2012

Erri De Luca. "Los peces no cierran los ojos"

"Los movimientos como Ocupa Wall Street o contra los bancos buscan ralentizar el futuro"
Erri De Luca en http://www.canal-l.com 

Foto y entrevista de Ernesto Escobar Ulloa 

viernes, 30 de marzo de 2012

domingo, 25 de marzo de 2012

Reseña de "El lectoespectador" de Vicente Luis Mora



  *****

El lectoespectador Vicente Luis Mora
Seix-Barral, Barcelona 2012

El lectoespectador pone sobre la mesa temas de actualidad literaria que muchos suplementos y revistas literarias, digitales o no, obvian, olvidan o menosprecian; el autor, Vicente Luis Mora, ha hecho hincapié en otras ocasiones que dicha actitud la comparten las cátedras de literatura de las universidades españolas, ancladas en un sistema de enseñanza y un canon literario que deberían actualizarse. Desde este posicionamiento se lee un libro cuyo propósito es "una síntesis superadora entre dos líneas de investigación", una "socioestética" y otra "literaria". Lo social vendría a referirse a los cambios producidos por la tecnología en nuestra concepción del mundo en su sentido geográfico político, borrando las fronteras, aplanando las cordilleras y acortando los océanos en verdaderos charcos para crear "Pángea", un mundo que vuelve a ser lo que en una era geológica previa fue un solo continente, y lo literario a transformar en lo individual, personal, subjetivo, nuestro modo de percibir esa realidad de manera múltiple, inmediata, "líquida". Considerando que estos cambios radicales han creado una nueva aproximación a la forma de problematizar el mundo, de socializarse en él, de visualizar y sentir la realidad, esto no se refleja de manera mayoritaria en un nuevo tipo de obra literaria, como sí ha ocurrido, por ejemplo, en el arte. Diría que esto es lo esencial del libro, su parte política, su posicionamiento, y el lógico debate que esta postura puede suscitar entre aquellos que no la comparten o la comparten a medias. Por mi parte he de decir que me parece un libro necesario, altamente ilustrativo en muchos de los ejemplos que expone y didáctico en todo aquello que pueda resultar ajeno al lector, suscita curiosidad sobre diversos temas, y lo que es mejor, los propone como recomendaciones de lectura, lo que en mi caso me ha hecho elaborar una larga lista de obras por leer. Varios aspectos se presentan también con un entusiasmo contagiante, lo que se echa en falta a veces en la crítica, más amiga de la señal profética que del optimismo. En concreto, en lo concerniente a una nueva literatura que devendría del libro electrónico, donde las posibilidades que se abren, tanto de escritura como de lectura, se multiplican. No obstante, hay algunos entusiasmos que no comparto y sobre los que me gustaría deterneme a manera simplemente de hacer frente al aspecto que considero "dogmático" y que, a mi parecer, malogra, estropea el libro.

Estas discrepancias puntuales incluso creo compartirlas con el propio autor, a juzgar por las contradicciones que a continuación reproduciré. La primera se halla en la página 23, donde se lee: "Pangea es el nuevo espacio conformado por todas las realidades, viejas y nuevas; no podía ser de otra forma". (La primera cursiva es suya, la segunda mía). Y en la página 95, citando a Sukenick, leemos: "la forma de novela tradicional es la metáfora de una sociedad que ya no existe" y prosigue: "En realidad, la novela tardomoderna, por no decir, decimonónica, que canoniza cada día no ya las listas de ventas sino, lo que es peor, revistas, congresos y suplementos literarios, intenta hacer creer al lector que vivimos, como mucho, en 1960". (Esta vez las cursivas son mías). La frase "hacer creer al lector" me parece que se contradice con "las listas de ventas", por lo visto no se trataría tanto de "hacerle creer" como de un reflejo, un dato de lo que el mercado consume, es decir, los lectores de hoy, en el mundo de hoy, es decir, la Pangea actual, que, como afirma en la frase anterior, la conformarían "todas las realidades, viejas y nuevas", incluidas la de 1960 y -¿por qué no?- la de 2012.

De todos modos, la idea se halla mejor elaborada después, en la página 152: "Vivimos, como decía Culler, en una sociedad donde la televisión, el cine y las nuevas tecnologías dominan el saber común de los ciudadanos y cualquier cosmovisión literaria que las ignore deliberadamente y represente el hoy mediante escenas de falso costumbrismo pretelevisivo abunda en estructuras sociales esclerotizadas e inexistentes, y apela a unos saberes antiguos que ya no presiden nuestro imaginario." (Cursivas mías). Seguidamente, Mora se toma la molestia de hacer una lista de los autores que "no esquivan el siglo XXI cuando escriben", y dice que por ello "las formas de narrativa pangeica son la alternativa a una especie agonizante de narrativa convencional, en aras de una nueva expresividad: la textovisual, la que conjuga texto e imagen en lo horizontal y una continuidad de artes, ciencias y tecnología en su semántica vertical". (Otra vez cursivas mías). En este punto estoy de acuerdo con el hecho de que "esquivar el siglo XXI" sea una actitud preocupante y errada, pero Culler emplea dos palabras clave, una, "deliberadamente", lo que daría lugar a que no siempre que estén ausentes el cine, la televisión y las nuevas tecnologías se esté "esquivando el siglo XXI" o que se lo excluya automáticamente de la cosmovisión (segunda palabra clave) al tratar cualquier tema. Como dice un lugar común: siempre se pertenece a la época en la que se escribe, aun si hablamos de novela histórica. El propio Mora sostiene en la página 52: "Siempre he pensando que la modernidad de una literatura (de una narrativa, de una forma de componer poesía) radica en el modo en el que el escritor mira; la forma personal y extemporánea en que observa su realidad con ojos nuevos". (La primera cursiva es del autor, las siguientes, mías) Por ello, ¿qué tal si "la forma personal y extemporánea en que observa su realidad" producen una obra -novela, poesía, relato- donde la televisión, el cine y las nuevas tecnologías sean absolutamente innecesarias, como si por ejemplo el propio Mora se propusiera narrar una novela sobre su juventud, en ella no podrían aparecer Google, ni los smart-phones ni los blogs, pero la escribiría empleando Word en un ordenador y se serviría de Internet y los buscadores para documentarse. ¿Haría de él esto un escritor "tardomoderno"? No puedo evitar que este horrible término me suene a etiqueta malintencionada, supongo que los "tardomodernos" de la lista más que halagados sentirán lo mismo.

Por otro lado, ¿de qué daño a la literatura estaríamos hablando si aun "esquivando el siglo XXI" dichos autores, como dice el propio Mora en el pie de página, son ¡excelentes!?: "afortunadamente, en la narrativa española actual última hay excelentes autores tardomodernos, que hacen narrativa basada en modelos tradicionales (sean estos modernos o postmodernos)". Y a continuación despliega una nueva y cansina lista de nombres de lo que considera escritores tardomodernos. Son excelentes porque escriben obras excelentes, imagino, es decir, se puede crear obras excelentes prescindiendo de la televisión, el cine y las nuevas tecnologías, de la imagen, de la pantpágina, y de todas las posibilidades narrativas actuales. No lo digo yo, lo deduzco de lo que dice Mora. Por otro lado, ¿a qué especie agonizante de narrativa convencional se refiere? Los nombres de la lista están bastante lejos de dicha etiqueta. Belén Gopegui, Elvira Navarro, Andrés Neuman no son escritores "agónicos" bajo ningún punto de vista, ni literario, ni comercial, ni mucho menos biológico, son jóvenes, sus libros "no esquivan el siglo XXI" y, en el caso de Neuman, la autoconciencia de autor en la encrucijada de los debates literarios actuales incluso forma parte intrínseca, ya no de alguno de sus libros, sino de su obra vista en conjunto.

No obstante, entiendo lo que quiere decir y ejemplificar Mora, pero me parece que en determinados pasajes El lectoespectador, en su afán por desmarcarse de lo que rechaza, cae en los vicios apresurados de los que el autor, en ocasiones, es víctima por parte de esa crítica tradicional, corta de miras, que desecha por sistema todo aquello que pregone la necesidad de modernización. Estos pasajes son aquellos que elaboran listas, que intentan crear grupos de escritores, que intentan trazar límites entre los diferentes tipos de literatura, oposiciones, dialécticas, para lo cual, es siempre necesario generalizaciones, prejuicios, y un convencimiento que por el tono roza peligrosamente lo dogmático. Esta es mi objeción al libro, no obstante supongo que sin esa dosis de convencimiento, de sólidas certidumbres no se podrían escribir ensayos tan exhaustivos y ambiciosos, con lo cual, el alcance de sus logros serviría para medir también sus flaquezas. Sin embargo, insisto en que me he detenido en mis discrepancias por haberse centrado otras reseñas en los aspectos que comparto -que son la mayoría- y sobre los que no añadiré nada mejor de lo que ya se ha dicho. No sólo me parece un ensayo legítimo y pertinente sino imprescindible para todo aquel que quiera estar al corriente de la nueva literatura, de la actual y de la que vendrá, de sus posibilidades, y de los debates que en este período de cambio se están dando. Mora ha tomado ya partido. Le toca al lector. EEU.

Entrevista a Vicente Luis Mora por Alba Cromm en Canal-L



Blog de Vicente Luis Mora, Diario de lecturas

Cubierta rechazada por los lectores en el concurso que la editorial lanzó en Facebook:



domingo, 18 de marzo de 2012

"Los pájaros", Germano Zullo y Albertine

No mucho que decir sobre este breve libro, entra por los sentidos y la emoción, y deja una reflexión que reverbera con tan solo hojearlo, con el poco texto que acompaña algunas de sus poderosas imágenes no hace más que reafirmar verbalmente lo que ya se aprecia con las ilustraciones. Los Libros del Zorro Rojo... es casi mejor no cruzarse con demasiados de ellos, su catálogo es una verdadera tentación. http://www.canal-l.com

 Ernesto Escobar Ulloa